El impacto del estrés en nuestro ciclo menstrual

Laura Jové

Seguro que alguna vez has notado irregularidades en tu ciclo menstrual sin saber muy bien por qué. Pues bien, en la mayoría de casos, el culpable es el estrés.

El estrés es como ese invitado no deseado que arruina la fiesta y cambia completamente el ambiente. Pero, ¿por qué sucede esto? Vamos a verlo.

¿Qué es el estrés?

El estrés es una reacción fisiológica de defensa del organismo para afrontar una situación que se percibe como una amenaza o de demanda incrementada.

Todas hemos experimentado estrés en algún momento de nuestra vida, pero el estrés va mucho más allá de tener mil tareas por hacer. Existen varios tipos de estrés:

·     Estrés físico

Este tipo de estrés se relaciona con las demandas y el esfuerzo físico al que se enfrenta nuestro cuerpo.

Puede ser el resultado de un entrenamiento vigoroso, intenso o excesivo (sí, el ejercicio físico estresa a nuestro cuerpo, hay que hacerlo con cabeza), una lesión o un trauma físico, enfermedades, la falta de sueño, un déficit energético severo (sí, las dietas estrictas también estresan a nuestro cuerpo), infecciones por bacterias, virus o parásitos, un consumo de alimentos procesados, el consumo de sustancias tóxicas (como el tabaco, el alcohol u otras drogas), y la exposición a disruptores endocrinos y a metales pesados (si no sabes aún qué son los disruptores endocrinos, aquí te lo cuento).

·     Estrés emocional

Este tipo de estrés se produce ante emociones intensas y abrumadoras como la ira, la tristeza, el miedo o la incertidumbre.

Aparece ante conflictos en relaciones personales, una separación, un disgusto, preocupaciones financieras, insatisfacción laboral, un despido, cambios de vida importantes como mudanzas o una pérdida dolorosa como la muerte de un ser querido.

Aquí también se incluiría como es nuestro diálogo interno y nuestros pensamientos hacia nosotras mismas o hacia nuestro entorno, ya que eso tienen un gran impacto en cómo nos podemos sentir. Si somos perfeccionistas y nos autoexigimos demasiado, el cuerpo lo percibe como un estrés.

Además, tener una mala relación con la comida (calificar algunos alimentos como “malos”), genera tensión y estrés cada vez que te expones a esos alimentos, ya que tu cerebro los ve como una amenaza.

·     Estrés mental

Este tipo de estrés se refiere a las demandas y presiones en el ámbito cognitivo o mental.

Esto puede incluir la sobrecarga de trabajo, plazos ajustados, la necesidad de tomar decisiones difíciles o la exposición a situaciones que requieren un alto nivel de concentración y atención. La multitarea excesiva también puede ser un factor estresante en este sentido.

·     Estrés ambiental

Este tipo de estrés se relaciona con el entorno físico en el que vivimos o trabajamos.

Puede ser el resultado de factores como el ruido constante, la contaminación del aire, el caos urbano, la falta de acceso a áreas verdes o naturales, la iluminación artificial excesiva o las condiciones climáticas extremas.

·     Estrés social

Este tipo de estrés surge de las interacciones con otras personas en nuestra vida.

Puede ser el resultado de desacuerdos, malentendidos o tensiones, ya sea con amigos, familiares, compañeros de trabajo, vecinos o con la pareja.

También puede ser el resultado de sentir presión social para cumplir con expectativas sociales, normas, estándares estéticos o de comportamiento (por ejemplo, tener éxito en el trabajo, mantener una imagen social positiva, tener un peso o un tipo de cuerpo específico, o cumplir con los roles de género tradicionales).

Además, sentirse solo, ya sea por la falta de relaciones sociales, la exclusión social, la discriminación o la falta de apoyo, puede ser un factor estresante en este sentido.

Como ves, el estrés no se reduce a una lista de tareas por hacer. Somos seres biopsicosociales y hay muchas áreas de nuestra vida que pueden ser fuentes de estrés.

El papel del cortisol

Cuando el cuerpo detecta que estás ante una situación estresante, ya sea físico, emocional, mental, ambiental o social (o varias a la vez), el cerebro percibe esta situación como una amenaza y activa una respuesta de lucha o huida.

Esta respuesta es coordinada por el sistema nervioso simpático (SNS). Cuando el SNS se activa, tu cuerpo libera una cascada de “hormonas del estrés”, como el cortisol. Esta hormona tiene efectos en todo el cuerpo, preparándolo para la acción y enfrentar la situación estresante:

  • Aumenta la frecuencia cardíaca y la presión arterial para bombear más sangre hacia los músculos.
  • Dilata las vías respiratorias para aumentar la absorción de oxígeno.
  • Libera glucosa en el torrente sanguíneo para proporcionar energía adicional.
  • Aumenta la grelina, la hormona del hambre.
  • Suprime el sistema inmunitario.
  • Desvía los recursos energéticos lejos de funciones no esenciales en ese momento, como la digestión, la detoxificación y la reproducción, hacia áreas que son cruciales para luchar o huir (como el latido corazón, los pulmones, los músculos y las extremidades). Esto significa que la digestión y la motilidad intestinal se ralentiza, la libido disminuye, y podemos tener un exceso de hormonas y sustancias tóxicas en el organismo debido a que las funciones detoxificadoras del hígado se detienen.
El cortisol aparece como una respuesta adaptativa y protectora, y aunque es útil y necesario para ayudarnos a lidiar con situaciones de emergencia, también puede interferir en la producción de otras hormonas importantes en la regulación del ciclo menstrual.

La activación del sistema nervioso simpático y la liberación de cortisol debe ser una respuesta rápida y transitoria a un estrés agudo. Una vez que la amenaza ha pasado, el sistema nervioso parasimpático entra en acción para contrarrestar los efectos del sistema simpático y devolver al cuerpo a un estado de equilibrio, calma y relajación.

El problema surge cuando el estrés es mantenido en el tiempo, se cronifica, y el cuerpo no es capaz de volver a la calma.

¿Cómo afecta el estrés a nuestro sistema reproductivo?

El ciclo menstrual comienza en el cerebro, cuando el hipotálamo manda una señal a los ovarios para que los folículos ováricos (las bolsitas donde se encuentran óvulos inmaduros) empiecen a madurar.

El hipotálamo de la mujer debe asegurarse de que tendrá acceso a 75.000 calorías extras necesarias para poder soportar un embarazo y crear un ser humano, y asegurarse de que las condiciones sean óptimas. Por ello, cuenta con un “sensor” muy sensible que evalúa diariamente varios factores, como el suministro de alimentos, el porcentaje de grasa corporal y los niveles de estrés, y en base a ello, decide si es un buen momento para traer un bebé al mundo o no.

Los ovarios dependen de las instrucciones que les manda el hipotálamo, por lo que, si tu cerebro interpreta que estás ante una situación peligrosa o amenazante, va a priorizar tu supervivencia por encima de tus funciones reproductivas.

La jerarquía de prioridades de nuestra biología es la siguiente:

  • 1º: la supervivencia del individuo
  • 2º: la supervivencia de la especie

Tu supervivencia es lo primero.

El estrés va a obligar a tu cuerpo a desviar los recursos energéticos necesarios para luchar o huir y va a detener la reproducción.

Por lo tanto, una hiperactivación del sistema nervioso simpático y una liberación mantenida de cortisol interrumpe la comunicación cerebro-ovarios, ya que se inhibe la producción de las hormonas hipotalámicas que necesitan recibir los ovarios para madurar los folículos y poder liberar un óvulo.

Sin esta señal por parte del cerebro, los ovarios no funcionan correctamente, lo que conduce a retrasos en la ovulación (y por tanto de la menstruación), o en casos más graves, la supresión de la ovulación y por tanto, la ausencia de menstruación (amenorrea hipotalámica). En este artículo te cuento más acerca de la amenorrea hipotalámica.

El papel de la prolactina y su relación con el estrés

La prolactina es otra hormona que se suma al caos cuando estás estresada. La prolactina es la responsable de estimular la fabricación de leche durante la lactancia materna, aunque también puede se puede elevar ante momentos de estrés. Curioso, ¿verdad? Sigue leyendo para entender cuál es la relación.

La biología sabe que la lactancia materna y el cuidado de un bebé puede ser algo muy demandante y estresante para la madre. La falta de sueño, la preocupación por la salud y el bienestar del bebé, y las demandas constantes de atención pueden generar altos niveles de estrés.

En este contexto, la prolactina actúa como un mecanismo compensatorio para ayudar a la madre a lidiar con el estrés asociado con el cuidado de su bebé. Al tener efectos ansiolíticos y antiestrés, la prolactina ayuda a mitigar los efectos negativos del estrés en el cuerpo y promover la adaptación al nuevo rol maternal.

La elevación de los niveles de prolactina en situaciones que no están relacionadas con la lactancia materna es una estrategia de adaptación en respuesta a un nivel de estrés elevado.

Los niveles plasmáticos de prolactina se incrementan rápidamente ante situaciones que generan nervios, tensión o miedo, por ejemplo, antes de un examen, una presentación o después de realizar una sesión de ejercicio físico intenso. También se eleva muchísimo después del orgasmo. Una vez el estímulo ha concluido, los niveles descienden progresivamente.

Por lo tanto, que la prolactina se eleve esporádicamente no es patológico. El problema radica cuando se mantiene elevada en el tiempo y no se resuelve la causa que la disparó.

Hay que tener en cuenta que la prolactina inhibe la ovulación. Y como ya sabemos, no ovular conlleva riesgos para la salud global de la mujer (cardiovasculares, óseos, mentales, metabólicos, inmunológicos…).

Tras dar a luz, esta hormona evita que te vuelvas a quedar embarazada. Este mecanismo sirve para asegurar la supervivencia de la especie, ya que ayuda a espaciar los embarazos y permite que la madre pueda dedicar toda su energía y centrarse en el cuidado del recién nacido.

Cuando la prolactina aumenta durante la lactancia materna, el cuerpo está respondiendo a las señales hormonales asociadas con la succión del bebé y la demanda de leche. Este aumento de prolactina está regulado de manera precisa y temporal, sin embargo, no tiene los mismos riesgos a largo plazo que pueden estar presentes cuando la prolactina se eleva en respuesta al estrés crónico o un prolactinoma (tumor en las células de la glándula pituitaria que producen prolactina).

Hay algunos síntomas que pueden indicar niveles prolactina elevada (hiperprolactinemia):

  • Amenorrea: desaparición de la menstruación
  • Cefaleas
  • Galactorrea: salida de leche por las mamas no relacionada con el amamantamiento. No ocurre siempre, solo en el 30 % de los casos.
  • Sensibilidad en los pezones
  • Disminución de la libido, la excitación y lubricación vaginal
  • Fatiga

Alteraciones menstruales producidas por el estrés

Las alteraciones del ciclo menstrual inducidas por el estrés pueden manifestarse de varias formas:

  • Irregularidades del ciclo menstrual: ciclos más largos o ciclos más cortos por un retraso de la ovulación o por una deficiencia de progesterona.
  • Amenorrea: por una inhibición de la ovulación.
  • Sangrado intermenstrual: sangrados fuera del período menstrual.
  • Dolor menstrual: el estrés aumenta los niveles de la hormona adrenalina, que a su vez, aumenta los niveles de prostaglandinas y propicia tener más dolor menstrual.

Impacto del estrés en la fertilidad

El mayor enemigo de la fertilidad es el estrés.

Ya hemos visto cómo afecta el estrés a nuestro sistema reproductivo y cómo puede causar desajustes en el ciclo menstrual, siendo uno de los motivos por los que a muchas parejas les cuesta concebir.

Para concebir necesitamos oxitocina, no cortisol.

La oxitocina es una hormona producida por el hipotálamo que desempeña un papel importante en variedad de procesos fisiológicos y comportamientos sociales. Es conocida comúnmente como la "hormona del amor" o la "hormona del apego". La liberación de oxitocina promueve estados de calma, bienestar, relajación, confianza, satisfacción, placer, apego, conexión con los demás, y fomenta comportamientos sociales positivos como la empatía y la generosidad.

Necesitamos sentirnos seguras, amadas, confiadas y protegidas para que el cerebro perciba que es un buen momento para traer un bebé al mundo.

Por lo tanto, realizar actividades que estimulen la síntesis de oxitocina, serán muy favorecedoras para reducir el estrés y aumentar la fertilidad, por ejemplo: el contacto físico (abrazos, caricias, masajes, besos… tanto a personas como a mascotas), las relaciones sexuales, el orgasmo, tener interacciones sociales positivas, el ejercicio físico aeróbico de intensidad moderada, escuchar música, ayudar a los demás, etc.

Además, para lograr un embarazo exitoso, el papel de la progesterona es fundamental. Recordemos que la progesterona es la hormona “pro” - “gestación”, la que se encarga de preparar y sostener el endometrio para anidar el óvulo fecundado. Por tanto, un déficit de progesterona puede ser la causa de que ese embarazo no llegue o de sufrir varios abortos involuntarios.

El cortisol y la progesterona comparten una vía metabólica común en la síntesis, y altos niveles de cortisol pueden desviar los sustratos necesarios para la producción de progesterona.

Conclusiones

El estrés es una de las principales causas de variedad de alteraciones menstruales.

El cortisol, conocido como la hormona del estrés, puede interrumpir la comunicación entre el cerebro y los ovarios, lo que lleva a retrasos en la ovulación o incluso la ausencia de menstruación. Además, el estrés crónico puede afectar negativamente a la producción de otras hormonas importantes para la regulación del ciclo menstrual y la capacidad de concebir, como es la progesterona.

Un nivel de estrés bajo o puntual en la vida es inevitable (y necesario a veces), sin embargo, es importante aprender a manejarlo y a tener herramientas que nos ayuden a regularnos y a volver a la calma, para evitar que se cronifique. Existen muchas estrategias que pueden ayudar a reducir el estrés y restaurar el equilibrio del ciclo menstrual.

Investiga y prueba técnicas de manejo del estrés. No a todas nos funciona lo mismo. Si el yoga no te va y no te funciona, por muy de moda que esté o por mucho que lo practiquen tus amigas, quizás no sea lo más adecuado para ti. Debes encontrar lo que encaje contigo y te funcione.

No tengas miedo de pedir ayuda si sola no puedes. Déjate guiar y acompañar por un profesional de la salud para aprender a manejar y reducir el estrés de manera efectiva.

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